Querido diario. Comienzo estas líneas, que espero sean rectas, abordando por el principio. Que es por donde las personas deben empezar. Y no por el final, o haciendo flashbacks que confunden al espectador. Porque el espectador a fin de cuentas… disculpa, querido diario. A ti no te importa eso.
Esta mañana me levante un tanto más sensible que de costumbre. Y lo habrás notado porque al tomarte entre mis manos solté un: “Pero que diario de mierda!!!”. No lo decía por ti, estimado diario. Lo decía por el diario clarín. Con quien tengo un entrevero que algún día te contaré.
Pero todo se retrotrae al día de ayer. Cuando en mi inocencia fui a comprar carne portando implantes mamarios. No se si fue en un oscuro deseo de seducir al comerciante para obtener un fiado. No se si fue un sentimiento extraño aflorando cuando no es debido. No lo se, estimado diario. Soy ignorante del porque y en cuales circunstancias un hombre se pone pechos. Te juro que en ese momento no lo supe.
Tampoco lo supo mi madre que viéndome partir hacia el frío de la mañana deanfunensa me dijo: “Marquitos, porque tenes tetas?”.
Palabras que me dieron coraje. Y llenaron mi esencia de aires de aventura.
Aventuras que terminaron en Rosario. Sabe dios porque los hombres que se ponen tetas para ir a comprar la carne terminan en Rosario. O con un rosarino.
Heme ahí en una ciudad desconocida. Solo y sin destino. Y faltaba una tragedia mi cordial diario.
Un bandido, un agente del mal, un virulento mediocre. Viéndome aterrorizado y en la incertidumbre se me acerca y me dice:”Dame la plata, flaco”. Solté una mirada despectiva y le respondí:”El único dinero que tengo es para la carne, tenia mas pero me la gaste comprando un pasaje para venir a Rosario y no se porque”.
Creo haber lacerado su paciencia porque inmediatamente me soltó un: “Bueno, entonces dame las tetas, flaco.” Y me comenzó a sacudirme en su afán de apoderarse de los implantes.
La suerte quiso que justo por ahí se encontrara un conocido del foro. De ese foro que algún día te contare, sexy diario.
OH glorioso Shiva, que como un todopoderoso de cuatro brazos me rescato de mi desventajosa lucha. No es fácil iniciar o terminar una batalla cuerpo a cuerpo sabiéndose portador de elementos ajenos al cuerpo. Lo sabe cualquier practicante de artes marciales que alguna vez decidieron aumentar el tamaño de sus mamas o bien la firmeza de sus glúteos. Si hasta un Bruce Lee operado seria un blanco fácil y porque no, apetecible.
No se porque en ese momento también pensé en Bruce Lee trabajando en el teatro revista. No se porque estaba casi desvestido. No se porque estaba en el acoplado de un camión que transporta carne. Nunca comprendí porque Shiva me miraba con una mirada retorcida y hasta inhumana. Pero ahí estábamos, frente a frente. Lo vi acercarse y exclamé.
En ese momento desperté. Todo aquello se había esfumado en una magia intrínseca.
Los sueños vienen y van por el tiempo. Sin dejarte presagiar el significado. Así es querido diario. Comienzo escribiéndote un sueño. Que quedará marcado como un acertijo a resolver en el futuro. Como una meta.
Y aquí te dejo querido amigo. Voy a ponerme mi corpiño y a seguir conviviendo con la tortuosa realidad. Que tampoco llegamos a comprender.
